Día 2: Brujas

Por la mañana tras el desayuno, tocaba la visita guiada por Brujas, que era lo que habíamos visto la noche anterior, pero visitando las cosas tranquilamente con sus explicaciones respectivas; la mañana estaba gris y de vez en cuando lloviznaba algo, pero tampoco llegaba a molestar mucho.






Al final de la visita quedaba un poco de tiempo libre hasta la hora de comer, nosotros lo aprovechamos para subir a la Atalaya, son más de 300 escalones, pero no se hace pesado, eso sí tiene tramos que son muy estrechos y de doble sentido con lo que tienes que ir parando; las vistas están muy bien y si el día hubiera estado despejado hubieran sido impresionantes.



Luego algunas compras de recuerdos y chocolates y vuelta al barco para comer. Nos quedamos sin paseíto en barco por los canales, porque durante toda la mañana estuvo lloviendo a ratitos, y aunque fue una pena lo del barquito, no era plan de ir con el paraguas.


La excursión (no incluida) de Bruselas, no salió, porque la mayoría de gente prefería quedarse en Brujas. Pero Lorena, una de las guías se ofreció a acompañar a la gente hasta Bruselas en el tren y les esperaba para volver con ellos; en el viaje les dio unas pequeñas indicaciones de donde llegaban y lo que había que ver; la verdad es que es todo un detalle de su parte.

Teníamos toda la tarde libre, tras la comida nuestra animadora Ana nos enseño a jugar al billar holandés; pero la mayoría de la gente tras el café volvía a callejear por Brujas. Nosotros tras un poco de billar dejamos el barco y como la lluvia no molestaba mucho, nos fuimos a dar una vuelta.

Tras una vueltecita, decidimos ir a la cervecería “De Halve Maan” que es bastante famosa, elabora su propia cerveza y tiene allí una fábrica-museo, que no vimos porque ya está cerrada. Eso si aquí no hay que descuidarse con los horarios; a las 6 en punto cerraba la cervecería. Por cierto en esa misma calle hay una tienda de artículos navideños, la mayoría de madera, que son una preciosidad, y claro sus precios son un poco prohibitivos, pero muy bonitos.


Decidimos volver al barco, ya que la tarde cada vez se estaba poniendo más fea; al llegar al barco fuimos al bar y allí estuvimos un rato hablando con las guías y viendo como llegaba la gente, algunos verdaderamente calados, porque entonces ya estaba diluviando.

Antes de la cena, en el bar (en este barco, menos las comidas, se realiza todo en el bar), había Cóctel de Bienvenida con el capitán y la tripulación, momento que aprovechan para presentarte toda la tripulación. Cuando vimos al capitán descubrimos que era el que nos había subido la maleta al camarote, hay que ver en este barco como curran todos.

Tras el brindis la cena y luego al salón-bar a jugar un rato a lo de adivinar canciones y luego un poco de baile. Hubiera sido bonito salir a despedirnos de Brujas, pero desde la tarde el tiempo era malísimo y no paró de llover.

A mí personalmente me encantó Brujas, parece que no sea real, que sea de cuento, su centro histórico está muy bien conservado.

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