Ruta

En el 2003 hicimos un crucero por el Mediterráneo con Pullmantur y para este verano, inicialmente se nos ocurrió hacer el del Báltico también con Pullmantur, pero cuando sumamos el camarote, las tasas, las propias y sobre todo las excursiones, la cifra inicial cambiaba considerablemente. Así que pensamos en uno fluvial, en la agencia nos recomendaron Politours; inicialmente el que más gracia nos hacía era el de Rusia con Panavisión porque sus fechas nos cuadraban pero no el de Rusia con Politours. Al final nos quedamos con Politours, así que había que cambiar de destino, porque nuestras fechas de vacaciones no las podíamos mover. La decisión estaba entre el Rhin, y canales por Bélgica y Holanda, al final gano Bélgica y Holanda, pero por nada en especial. También era más fácil que nos cuadra uno de estos últimos que son de 7 noches, que el de Rusia que son 12 noches.

Fechas: 22 a 29 de julio de 2007.

Ruta del crucero:
Día 1: Valencia - Brujas.
Día 2: Brujas.
Día 3: Brujas - Gante.
Día 4: Gante - Amberes.
Día 5: Amberes - Rotterdam.
Día 6: Rotterdam - Amsterdam.
Día 7: Amsterdam, alrededores.
Día 8: Amsterdam - Valencia.

Día 1: Valencia - Brujas

Salimos de Valencia a Bruselas vía Madrid en vuelo regular de Iberia, llegando a Bruselas a las 3 de la tarde aproximadamente. El aeropuerto de Bruselas nos decepcionó un poco porque a la hora de recoger equipaje es bastante laberíntico, en todo momento tienes la sensación que te vas a la calle sin tu maleta.

A la salida nos estaba esperando una de las guías con un autobús para trasladarnos a Brujas donde estaba el barco para comenzar nuestro crucerito, el trayecto dura cerca de 1 hora, y mientras la guía aprovecha para ir contando cositas del barco y de lo que vamos a ver durante la semana. La guía insistía en que los camarotes eran muy pequeños, nos estaba acojonando.

Por cierto antes de subir al bus tienes que colocarle a las maletas unas etiquetas que te facilita Politours junto con la documentación de viaje, en las que indicas nombre y número de camarote; las subes al autobús y te olvidas de ellas, ya que al llegar al barco, la tripulación es la que se encarga de llevártelas a la puerta del camarote.

Por fin llegamos a Brujas, con ganas de ver ya nuestro barquito, vamos directos a los camarotes, con la curiosidad de los niños; y si son pequeños, ya nos lo imaginábamos, pero tampoco es exagerado; el armario de la ropa es pequeño, pero hay suficientes cajones y estanterías para dejar la ropas y las cosas de 2 personas sin problemas de espacio, tiene secador, tiene un rincón donde hay 3 o 4 enchufes, que teniendo en cuenta que hoy en día llevamos un montón de aparatos electrónicos se agradece. Por el día una de las camas esta recogida y tienes bastante espacio y por la noche mientras se cena te bajan la cama que esta plegada.

Una vez desecha la maleta, vamos a echar un vistazo al barco y rápidamente volvemos a tierra para conocer Brujas, había que aprovechar que hacia sol, estábamos atracados al lado del Lago Minnewater, es muy bonito. Dimos un buen paseíto y de nuevo al barco para cenar, que era sobre las 8-8’30, tras la cena se presentan informalmente ya todos los guías y nos tenían preparada una sorpresa y era que junto con ellos íbamos dar una vuelta por la ciudad de noche.


Hemos de decir que es su mejor momento justo antes de anochecer, cuando el cielo aun no está oscuro del todo, la ciudad es tranquila, se han ido ya prácticamente todos los turistas y tú te encuentras paseando solo por ella; tras este paseo antes de volver al barco, cayó nuestra primera cerveza belga.



Día 2: Brujas

Por la mañana tras el desayuno, tocaba la visita guiada por Brujas, que era lo que habíamos visto la noche anterior, pero visitando las cosas tranquilamente con sus explicaciones respectivas; la mañana estaba gris y de vez en cuando lloviznaba algo, pero tampoco llegaba a molestar mucho.






Al final de la visita quedaba un poco de tiempo libre hasta la hora de comer, nosotros lo aprovechamos para subir a la Atalaya, son más de 300 escalones, pero no se hace pesado, eso sí tiene tramos que son muy estrechos y de doble sentido con lo que tienes que ir parando; las vistas están muy bien y si el día hubiera estado despejado hubieran sido impresionantes.



Luego algunas compras de recuerdos y chocolates y vuelta al barco para comer. Nos quedamos sin paseíto en barco por los canales, porque durante toda la mañana estuvo lloviendo a ratitos, y aunque fue una pena lo del barquito, no era plan de ir con el paraguas.


La excursión (no incluida) de Bruselas, no salió, porque la mayoría de gente prefería quedarse en Brujas. Pero Lorena, una de las guías se ofreció a acompañar a la gente hasta Bruselas en el tren y les esperaba para volver con ellos; en el viaje les dio unas pequeñas indicaciones de donde llegaban y lo que había que ver; la verdad es que es todo un detalle de su parte.

Teníamos toda la tarde libre, tras la comida nuestra animadora Ana nos enseño a jugar al billar holandés; pero la mayoría de la gente tras el café volvía a callejear por Brujas. Nosotros tras un poco de billar dejamos el barco y como la lluvia no molestaba mucho, nos fuimos a dar una vuelta.

Tras una vueltecita, decidimos ir a la cervecería “De Halve Maan” que es bastante famosa, elabora su propia cerveza y tiene allí una fábrica-museo, que no vimos porque ya está cerrada. Eso si aquí no hay que descuidarse con los horarios; a las 6 en punto cerraba la cervecería. Por cierto en esa misma calle hay una tienda de artículos navideños, la mayoría de madera, que son una preciosidad, y claro sus precios son un poco prohibitivos, pero muy bonitos.


Decidimos volver al barco, ya que la tarde cada vez se estaba poniendo más fea; al llegar al barco fuimos al bar y allí estuvimos un rato hablando con las guías y viendo como llegaba la gente, algunos verdaderamente calados, porque entonces ya estaba diluviando.

Antes de la cena, en el bar (en este barco, menos las comidas, se realiza todo en el bar), había Cóctel de Bienvenida con el capitán y la tripulación, momento que aprovechan para presentarte toda la tripulación. Cuando vimos al capitán descubrimos que era el que nos había subido la maleta al camarote, hay que ver en este barco como curran todos.

Tras el brindis la cena y luego al salón-bar a jugar un rato a lo de adivinar canciones y luego un poco de baile. Hubiera sido bonito salir a despedirnos de Brujas, pero desde la tarde el tiempo era malísimo y no paró de llover.

A mí personalmente me encantó Brujas, parece que no sea real, que sea de cuento, su centro histórico está muy bien conservado.

Día 3: Brujas - Gante

Mañana de navegación, aunque está bien lo ir viendo pasar el paisaje, la animadora ponía mucho de su parte para que nadie se aburriera, primero con los estiramientos, que es un poco de gimnasia que se realiza todas las mañanas que estamos de navegación; y luego preparando los disfraces de la fiesta pirata de la noche.


En este viaje se pasan varias exclusas, nosotros las que habíamos visto en Francia se abren como si fuera una puerta, pero aquí hay alguna que son como una guillotina y esta mañana se pasaba por una en la que tienen que desmontar la cabina del capitán.


Tras la comida ya habíamos llegado a Gante, este es el único sitio que el puerto queda lejos y te llevan y te traen en autobús, pero nada son 5 minutos.

Gante debe ser una ciudad preciosa, pero nosotros tuvimos la mala suerte de que nos tocara visitarla el día después de haber acabado las fiestas; era por la tarde y la ciudad estaba llena de escenarios por desmontar (eso es lo de menos) pero estaban todavía todos los vasos y toda la suciedad de 10 días de fiesta.






La ciudad en su estado natural tiene que ser muy bonita, los muelles Graslei y Korenlei, que son su foto más famosa, pues no estaban muy de foto; a la guía Lorena le daba mucha pena, porque le encanta la ciudad y no nos llevamos una buena imagen. La gente del grupo decía toda lo mismo, vale que hayan estado de fiestas, pero en España de buena mañana el batallón de limpieza lo deja impoluto, y si no es así siempre decimos lo mismo, esto solo pasa en España, bueno pues nosotros hemos comprobado que no es así.

Al acabar la visita guiada, teníamos medio reservado un crucero por los canales, nos apuntamos todos, el cielo estaba despejado (que ignorantes); nos subimos todos en 2 barquitos y al cabo de un rato empezaron a aparecer algunas nubes algo feas, y aquello se iba complicando por momentos, hasta que en 5 minutos cayo la de Dios; el que conducía la barca intento ponernos a refugio bajo de un puente, pero la barca era demasiado grande y no cabía entera, así que continuo hasta su zona de embarque y fue llegar y parar, que tiempo el de aquella zona.





A pesar de esto, unos cuantos decidimos quedarnos a cenar y volver luego en taxi. Paseamos un poco más, tomamos algo, no vamos a mentir otra cerveza, y luego ya fuimos a buscar sitio para cenar, pero estaba todo lleno y como no queríamos que se nos hiciera tarde al final acabamos al Pizza Hut.

Después fuimos a dar una vuelta para ver lo más representativo de la ciudad iluminado. Y ya nos fuimos a buscar un taxi; era curioso que durante el día no se viera casi ninguno e incluso las paradas estaban vacías, pero por la noche ibas a la parada y no tenías problemas. Como éramos 6 personas le preguntamos a un taxista si nos podía llamar a uno grande, y en unos minutos allí teníamos una Mercedes Vito, el trayecto nos costó 12 €; durante la tarde les habíamos preguntado a las guías y ya nos habían dicho que costaba eso y que habían taxis grandes; incluso nos dijeron que si teníamos problemas y no encontrábamos les llamáramos a ellas y ellas llamarían a la central para enviarnos uno donde estuviéramos. Esa era la noche que zarpábamos a las 2 de la madrugada, y no querían dejarnos en tierra.

"Tras la tempestad"

Al llegar al barco estaban en plena fiesta pirata, había buena juerguecilla por allí, y nos contaron que habían jugado a una especie de “que apostamos” que por lo visto fue muy divertido.

Día 4: Gante - Amberes

Sobre las 11 atracamos en Amberes y rápidamente a la visita guiada, lo primero que vimos de la ciudad es su “barrio rojo” que nada tiene que ver con el de Amsterdam, aquí hay algunas que tela marinera, menudas pintas. La ciudad tiene mucha vida y muchos tranvías como en Gante, una de sus plazas más representativas es la Grande Place, donde se encuentra el Ayuntamiento.






Tras la vista la mayoría volvió al barco a comer, volvimos paseando tranquilamente. La tarde la teníamos libre, y nosotros aprovechamos para callejear bastante, utilizamos los tranvías y también el metro.


Primero nos fuimos en tranvía hasta el barrio de Zurenbourg, que es todo en estilo Art Nouveau, pero una casa en cuestión que buscábamos no estaba allí, se encontraba cerca del Museo de Bellas Artes.




Un par de viajes en tranvía después conseguimos llegar a la “Casa Barco” aunque en realidad se llama “Les Cinq Continents” (Los Cinco Continentes), es tan solo un balcón, pero menudo balconcito.


Luego volvimos al centro y nos dimos un paseo en coche de caballos, el recorrido en si es flojillo, pero bueno unos 20-25 € por 20 minutos no está mal.


Por cierto para llegar del centro al barrio Zurenbourg, el tranvía atraviesa el barrio judío, y si en la calle principal se ven a los niños con sus tirabuzones, los hombres de negro con el sombrero, imaginaos lo que se verá si profundizaras un par de calles.

Del transporte decir, que el tranvía lo usamos no sé cuantas veces, sus billetes se pueden comprar al conductor y tienen una validez de 75 minutos. Pero el metro no nos gusto nada, tienen un sistema que a nosotros nos resulta muy enrevesado, y tiene cosas bastante raras como que la máquina para comprar billetes esta en el mismo anden, así como el plano de la red, hasta que no bajas al andén no lo ves, el metro no lo usamos más que un par de veces; lo utilizamos para ir a la Estación Central de trenes, que es muy bonita.

Y después de tanto turismo tocaba ya la cervecita, y nos decidimos por un sitio que nos había recomendado la animadora, está detrás de la catedral y se llama “Het Elfde Gebod”, lo curioso de este sitio es que está lleno de santos y vírgenes (como si fuera una tienda), 2 cervezas poco más de 5 €; también había para cenar, pero para nosotros aún era pronto.



Hoy habíamos decidido que nos quedábamos a cenar en la ciudad, no nos podíamos ir de aquí sin probar unos mossels (una variedad de mejillones no muy grandes), así que nos dimos una vuelta viendo los precios y cual nos gustaba más. Los precios eran bastante parecidos al final nos decimos por una de los de la Grand Place, me imagino que pagarás las vistas, pero bueno, como ya sabes el precio (la mayoría lo anuncia en la puerta con carteles), pues nos pedimos 2 de mejillones y 2 cervezas de medio litro y nos costó 43 €; los mossels te los sirven en una especie de olla y la tapadera misma sirve para tirar las cáscaras, nosotros nos los pedimos al natural, pero los hay con muchas salsas diferentes; he de decir que con esto una persona normal cena.

Y como ya se había hecho de noche, dimos una vuelta para las fotos nocturnas que son nuestra debilidad y volvimos al barco en taxi, aunque no estaba lejos ya no apetecía andar mucho, nos costó unos 7 €; pillamos una monovolumen chulísima y fue muy gracioso cuando al ir a bajar, intentamos abrir la puerta y no podíamos, ya que era electrónica y la abría el conductor.


En el barco había esta noche un dúo musical, que no tuvo mucho éxito, pero lo curioso es que la cantante no hablaba nada de español pero cantaba en español; la mayoría de la gente prefería la selección musical de la animadora, pero bueno, ellos todas las noches organizan algo. Esta noche fue la cena belga, que según nos dijeron no valió mucho.

Sobre las 12 de la noche acabó el dúo y como por arte de magia nos animamos todos a bailar, la animadora nos dejó el micro y se hizo un karaoke improvisado, una conga en la que participaron todos absolutamente todos, hubo unos instante que no había nadie sentado. La fiesta y el buen rollo acabó cerca de las 3 de la madrugada, algo muy inusual en este crucero, la animadora nos contaba que prácticamente nunca se sobrepasaba la medianoche.

Día 5: Amberes - Rotterdam

Este día se está prácticamente todo de navegación, pero como siempre vas viendo paisaje no se hace pesado; es muy relajante ver el paisaje con esa velocidad tan baja, ya que su velocidad máxima de navegación son 15-20 km/h.


Después del desayuno nos informaron de la excursión de la Holanda del Norte, que se realiza el sábado desde Amsterdam, las guías cuentan lo que se va a ver y uno decide si quiere apuntarse o no; al final la mayoría se apuntaron, la excursión valía 50 € e incluía una comida picnic.

Más tarde, a mitad mañana o así, la degustación de cervezas, que vale 5 € y se apunta quien quiere, si el tiempo lo permite se suele hacer en la terraza de cubierta, pero aunque no llovía el día algo fresquito, así que fue en el salón. Se prueban unos 5-6 tipos diferentes de cervezas, y mientras van sirviendo cada una cuentan, su graduación, y otras cosas interesantes sobre la cerveza en cuestión; no te dan todo el botellín, porque sino menuda cogorza, pero la verdad que para los que nos gusta la cerveza se pasa un buen rato. Y con la media chispa puesta, ya se nos hizo la hora de la comida.

Sobre las 4 de la tarde se empieza a llegar al puerto de Rotterdam, se empieza, porque siendo el primero de Europa os podéis hacer una ligera idea de las dimensiones que tiene aquello, desde que empiezas a entrar hasta que llegas a la ciudad; cuando se llega a lo que más o menos es la ciudad, el barco da un paseo panorámico para que se puedan ver algunos de los edificios, y luego ya vuelve a su punto de atraque.





A las 6 de la tarde estamos bajando para la visita panorámica, lo primero son como no, las casas cúbicas, visitamos una por dentro (se pagaba, pero era poco), de visitar son graciosas y curiosas, pero pensar que ahí vive gente se nos hace bastante raro; el cubo en si es un triplex, nos dijeron lo que valían, que ahora no recordamos, pero lo que sí recordamos es que nos pareció una verdadera burrada para lo que tiene la vivienda.



Luego seguimos viendo algunas cosas más de la ciudad, a la mayoría no nos gustó nada esta ciudad, sus edificios son completamente modernos tienen muy pocos antiguos, era algo que ya sabíamos; por si alguien no lo sabe, la ciudad de Rotterdam fue asolada durante la segunda guerra mundial en un 90%, así que todos los edificios son nuevos, es una ciudad muy moderna.

Después al barco que en unos momentos nos esperaba la cena y tras la cena nos fuimos a dar una vuelta porque había una zona de bares que nos pillaba bastante cerca, y tras otra cervecita, al barco; unos bailes, un rato mas de tertulia, unas cervezas y a dormir.

Rotterdam es una ciudad, que a no ser que te guste mucho la arquitectura moderna, te deja un poco indiferente, es como un poco fría.

Día 6: Rotterdam - Amsterdam

Hoy como llegamos a Amsterdam en el barco se celebraba el día holandés, todo era naranja. Como se llega a Amsterdam a hora de comer, tocaba otra mañana de navegación, pero como ya hemos dicho antes, llega a gustar; uno está acostumbrada a ir en bus viendo el paisaje, y al final te cansas, pero en el barco por canales, puedes pasear un poco, tomar algo, es completamente diferente.




Uno de los entretenimientos de esta mañana es la visita del puente de mando, evidentemente a turnos, porque claro este puente de mando es pequeñito como el barco. Y luego Lorena nos hizo una charla con diapositivas sobre Van Gogh.


A la hora del aperitivo empezaba la fiesta holandesa, en el que nos pusieron música holandesa y la animadora disfrazada de holandesa, nos sacaba a todos a bailar; finalizamos con un brindis de una bebida totalmente desconocida para nosotros, que era de color totalmente naranja, pero fuerte fuerte. Un rato después a comer.


Tras la comida visita guiada a la ciudad de Amsterdam, aparte de las miles y miles de bicis, que aunque ya lo sabes hay que verlo, llama la atención que el tiempo de los semáforos en verde, está calculado para las bicis, porque el peatón siempre acaba corriendo.



Esta ciudad en sí, no tiene ni grandes plazas ni grandes monumentos representativos, para nosotros sus canales y sus puentes es su atractivo; tras al paseo y las explicaciones de Lorena, que finaliza en el Mercado de las Flores, teníamos un par de horas libres hasta la cena; nosotros aprovechamos para las compras, ya que en esa zona hay un montón de tiendas y no hace falta buscar más, y ya luego tranquilamente paseando volvimos al barco haciendo fotos.




Mucha gente tenía interés de ver la casa de Ana Frank, pero cuando vieron las colas se les quitó la idea, las guías nos dijeron que siempre suele tener unas colas impresionantes. Nosotros quisimos visitar una Casa Bote, que es un museo, pero es que resulta que cerraba a las 5, y así no hay quien visite nada.



El tema de los souvenirs (no es que seamos unos compradores compulsivos, pero si nos gusta traernos algo para nosotros y la familia), nos decepcionó bastante; quizá sea porque en febrero estuvimos en Paris y allí es impresionante. Bueno aquí yo creo que la estrella, aparte de los tulipanes, son unas zapatillas de ir por casa con forma de zueco holandés.

Como era el día holandés, había que ponerse algo naranja para le cena, nosotros ya habíamos previsto algo así y nos habíamos traído unas camisetas naranjas.

Después de la cena teníamos reservado todo el grupo un crucero nocturno por los canales, al principio estaba anocheciendo pero luego cuando se hizo completamente de noche, la ciudad queda un poco oscura, pero bueno de todas formas estuvo bien el paseo, además como el barco era sólo para nosotros las risas no faltaban.

Y después la otra sorpresa que nos tenían preparadas las guías, un paseo por el Barrio Rojo, hoy en día no es peligroso, la única advertencia que hicieron los guías e insistieron, es el tema de no hacerles fotos a las chicas, ni siquiera llevar la cámara enchufada, mejor si está guardada: lo de las fotos es algo que está totalmente prohibido. Esta noche cobrará protagonismo Sergio (aún no habíamos hablado de él), que era un guía que no estaba ejerciendo; venía de hacer otro crucero y en este se estaba preparando, para la próxima semana ser el uno de los guías.

Primero nos contaron un poco la historia y luego fuimos paseando tranquilamente, hoy en día es súper tranquilo, hay mucha policía, bueno pues viendo escaparates y bares, porque igual hay un escaparate con chicas que un bar de copas, llegó un momento por el que pasábamos por un callejón estrecho estrecho; iban 2 guías por delante, la animadora por el medio y Sergio por el final, al poco de salir del callejón nos paramos para reagruparnos, pero vimos que la gente tardaba mucho; y es que resulta que uno del grupo intento grabar con la cámara de video a una de las chicas, ella se dio cuenta y salió como una loca a atizarle, pero el que se llevo el coscorrón fue Sergio, y menos mal que estaba el allí porque hablo con ella en inglés y al final la convenció de que no llamara a la policía; porque si las chicas llaman a la policía acude rápidamente

Imaginaos pobrecillo que susto, ya se veía en comisaría con el tonto de la cámara de video, porque claro ellos como guías son responsables; al final no paso a mayores y ya una vez todos juntos de nuevo volvimos al barco, y claro ya teníamos tema de conversación toda la noche. Sergio decía que en el próximo viaje se pondría más duro con lo de las cámaras.